Había una vez un niño llamado Flynn. Tenía ocho años y no veía la hora de cumplir los nueve para poder volar por fin. Todos los días miraba al cielo, soñando con todos los lugares a los que podría ir y las aventuras que podría vivir si tuviera alas.
Los padres de Flynn apoyaban sus sueños, pero le advertían de que volar no era tan fácil como parecía. Le animaron a practicar para cuando llegara su cumpleaños. Así que todos los días, después del colegio, Flynn se esforzaba por ponerse fuerte y en forma corriendo por el parque con sus amigos o practicando posturas de yoga con su madre en el jardín de su casa mientras hablaban de todo tipo de cosas, como la naturaleza y cómo las plantas crecen desde pequeñas semillas hasta grandes flores o árboles con el tiempo.
Pero por mucho que Flynn practicara, el tiempo seguía pasando sin ninguna señal de cambio hasta que un día ocurrió algo inesperado: ¡un accidente! Una tarde, mientras jugaba al fútbol en el colegio durante el recreo, Flynn se torció gravemente el tobillo y ¡no pudo caminar durante semanas! Con este nuevo contratiempo, parecía imposible que alcanzara su objetivo en el plazo previsto, ahora que se había escapado tanto tiempo precioso…. ¿o no?
Flynn decidió no dejar que esto le impidiera conseguir algo grande antes de cumplir los nueve años; en lugar de rendirse por completo o frustrarse por no poder progresar físicamente debido a la situación de la lesión, eligió otra forma de avanzar, centrándose en mejorar otros aspectos, como la fuerza mental, mediante ejercicios de pensamiento positivo, como las técnicas de visualización, que le permitieron centrarse más profundamente en alcanzar los objetivos, aunque ahora parecieran inalcanzables. A medida que pasaban los días, realizaba pequeños cambios aquí o allá cada día que contribuían a crear una mayor confianza en sí mismo, lo que finalmente le llevó a sentirse mejor con respecto a su situación, aunque a veces siguiera siendo difícil.
Al hacer esto, Flynn empezó a superar poco a poco los límites que antes le impedían creer plenamente en sí mismo. No ocurrió de la noche a la mañana, pero gradualmente, a lo largo de muchos meses de trabajo, se empezaron a ver resultados en términos físicos (como la mejora de la coordinación).
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