Se acabó la tristeza del lavado de coches
Había una vez dos elefantas llamadas Ella y Eliza. Eran las mejores amigas y lo habían sido desde que eran crías. Ella y Eliza pasaban sus días en el lavadero local, lavando coches para llegar a fin de mes.
Un día, mientras fregaban una vieja camioneta, empezaron a hablar de algo que les hacía mucha ilusión: ¡empezar su propio negocio!
Soñaban con tener un restaurante donde pudieran servir un delicioso guiso de mantequilla de cacahuete para todos los animales de la ciudad.
Ella y Eliza sabían que no iba a ser fácil, pero eso no les impidió soñar a lo grande. Se esforzaban todos los días después del trabajo en crear planes para su negocio de restauración. Anotaron ideas para los menús, las recetas, la decoración y mucho más.
Cuando la cuenta de ahorros de Ella se llenó lo suficiente, decidió que era hora de dar el paso e invertir su dinero en la apertura del restaurante con su amiga Eliza a su lado. Puso toda su energía en asegurarse de que todo funcionara bien antes de que llegara el día de la apertura: decorar las paredes con obras de arte de animales creadas por ella misma, pedir suministros, contratar personal, preparar las mesas, probar las recetas… ¡la lista era interminable!
La noche de la inauguración, todo el mundo se reunió mientras Ella cortaba una colorida pancarta colgada en la entrada que anunciaba «Bienvenido al Palacio del Guiso de Mantequilla de Cacahuete».
A la mañana siguiente, cuando los clientes empezaron a llegar desde cerca
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