Había una vez una joven llamada Vivi. Acababa de mudarse a Japón y empezaba a ir a una nueva escuela. Aunque hablaba el idioma con fluidez, se sentía muy sola y aislada en su nuevo entorno.
Todas las mañanas, Vivi tomaba el mismo camino para ir a la escuela a través de un viejo bosque lleno de altos árboles. Un día, mientras caminaba por ese sendero, algo extraño le llamó la atención: ¡era un hombre con la sombra de un zorro! Parecía caminar a su lado como si fuera su compañero personal.
Vivi se acercó al hombre con cautela, pero él le sonrió amablemente y le preguntó si quería acompañarle en su paseo por el bosque cada mañana. Ella aceptó encantada y desde entonces fueron amigos inseparables; siempre daban sus paseos diarios juntos, con la sombra del zorro siguiéndolos de cerca.
Un día, mientras daban su habitual paseo por el bosque, Vivi se dio cuenta de que la sombra del hombre había empezado a hacer sus propios movimientos independientemente de él: corría delante de ellos o saltaba por encima de los troncos sin que su dueño se lo pidiera. Vivi pensó que debía de tratarse de algún tipo de criatura mágica, ya que nada más podía explicar lo que estaba ocurriendo. El hombre se limitó a reírse cuando le preguntaron al respecto y dijo que él tampoco estaba seguro, pero que quizá algún día descubriría qué clase de criatura habitaba su sombra…
Los dos siguieron siendo buenos amigos hasta que un día decidieron que por fin había llegado el momento de que Vivi volviera a casa después de haber pasado tanto tiempo en Japón aprendiendo todo tipo de cosas nuevas sobre la vida y la cultura de allí, ¡incluyendo cómo pueden habitar las sombras criaturas misteriosas! Mientras se mantuvieran conectadas por medio de correos electrónicos o llamadas de Skype, no importaba a dónde fuera ninguna de las dos, sabían que seguirían siendo mejores amigas para siempre, ¡incluso con un océano de por medio!
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