Había una vez dos tortugas en un pequeño estanque. La mayor de las dos se llamaba Tilly y la más pequeña era su hermano pequeño, Tom.
Tom siempre había sido bastante tímido y apocado, así que cuando se trataba de explorar su entorno solía quedarse cerca de su hermana para protegerse.
Un día, mientras jugaba cerca del borde del estanque, algo asustó a Tom. Rápidamente se metió en su caparazón lo más rápido que pudo. Al ver esto, Tilly supo que su hermano debía estar asustado por algo, pero no estaba segura de qué era exactamente.
Así que, con paciencia y comprensión, se propuso ayudarle a vencer sus miedos animándole a salir de su caparazón de vez en cuando para que pudieran explorar juntos los alrededores de su casa junto al estanque. Cuando Tom volvía a tener miedo o se sentía abrumado, Tilly estaba a su lado dispuesta a consolarlo hasta que se sintiera mejor.
Poco a poco, con mucho amor y apoyo de Tilly, Tom empezó a sentirse lo bastante valiente como para aventurarse cada día más lejos de donde vivían, al menos durante breves periodos de tiempo, antes de volver a necesitar que ella le tranquilizara. Finalmente, tras meses de práctica y perseverancia, Tom venció todos sus miedos.
Juntos, los dos hermanos vivieron muchas aventuras emocionantes alrededor de su casa, descubriendo cosas nuevas sobre la naturaleza, como diferentes tipos de plantas silvestres, rocas, etc. A lo largo de estas experiencias, Tom no sólo ganó confianza, sino que también adquirió un aprecio por la vida misma, algo que permanecerá con ellos para siempre.
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