Érase una vez un viejo jefe indio que vivía en una pequeña aldea junto al río. Era conocido por su sabiduría y bondad entre la gente de la tribu.
Un día, mientras estaba sentado en su porche observando cómo caían las hermosas hojas de otoño de los árboles, empezó a preguntarse por qué cambiaban de color después de ponerse amarillas. Así que convocó a todos los miembros de su tribu y les preguntó si alguno de ellos sabía por qué ocurría esto. Nadie pudo responderle y entonces decidió averiguarlo él mismo.
El jefe se adentró en el bosque y habló con todas las criaturas de la naturaleza: pájaros, ardillas, zorros, ¡incluso hormigas! Pero nadie tenía una respuesta que le satisficiera, hasta que finalmente un oso sabio se adelantó con una respuesta.
El oso dijo que, hace muchos años, había dos hermanos que discutían a menudo por cuestiones triviales, como quién debía obtener más miel o nueces del árbol de su madre. Un día, cuando discutían por algo completamente distinto, su enfado llegó a su punto álgido y ambos hermanos empezaron a pelearse furiosamente. A medida que se peleaban, sus puños se fueron enrojeciendo hasta que, finalmente, todas las hojas a la vista se volvieron también de color escarlata brillante.
Cuando todo el mundo escuchó esta historia, se asombró de lo mucho que la ira puede afectar a nuestro entorno, pero también alabó la cooperación de estos dos hermanos para calmarse después y que todo volviera a la normalidad, excepto las pocas hojas rojas que quedaban, que se quedaron para siempre como recordatorio de que no debemos dejar que nuestras emociones nos dominen nunca más.
Desde entonces, cada vez que alguien preguntaba por qué las hojas de otoño eran rojas, el viejo jefe indio les decía que eso era lo que había ocurrido. el viejo jefe indio les contaba esta historia como recordatorio no sólo de lo poderosas que pueden ser nuestras emociones, sino también de lo importante que es pensar de forma independiente antes de actuar precipitadamente, pues de lo contrario podríamos causar un daño mucho mayor que unas simples palabras o puñetazos de ira.
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