Érase una vez, en lo más profundo de un oscuro y misterioso bosque vivía una malvada bruja. Esta malvada bruja tenía dos hermosas hijas a las que mantenía encerradas en su torre en todo momento. La bruja era tan cruel que nunca permitía a sus hijas salir al exterior ni siquiera echar un vistazo al mundo más allá de los muros de su prisión.
Las hermanas estaban desesperadamente descontentas con esta situación y rezaban todas las noches pidiendo ayuda a algún ser mágico que pudiera salvarlas de la tiranía de su madre. Un día, sus plegarias fueron escuchadas cuando vieron algo que brillaba bajo el lago cercano a su casa: ¡era un nenúfar!
Las niñas se dieron cuenta rápidamente de que esta flor encantada debía estar conectada con algún tipo de magia, porque cuando la tocaron, sintieron que un poder inmediato las atravesaba. Decidieron utilizar esta nueva fuerza para intentar escapar de la torre y recuperar su libertad.
Por desgracia, antes de que pudieran avanzar en su plan, la malvada bruja se enteró de lo que habían hecho sus hijas y salió tras ellas con su ejército de arañas que tejían oro. Ordenó a estas arañas que tejieran telas alrededor de todo lo que vieran para atrapar a cualquiera que intentara entrar o salir de sus dominios, ¡incluyendo a sus propias hijas!
Sin embargo, en ese momento ocurrió algo milagroso: El nenúfar cobró vida de repente y empezó a brillar en respuesta a la situación de sus nuevos dueños. Su luz se fusionó en dos haces que rodearon a cada hija con cariño antes de elevarlas del suelo hacia un lugar seguro, lejos de las telas de araña. Las hermanas se abrazaron con alegría mientras volaban juntas hacia la libertad bajo la protección de su nuevo ángel de la guarda: ¡el Lirio de Agua!
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