Érase una vez un canario encantado llamado Deseo. Era el príncipe de su reino, y había estado buscando una novia en tierras más cálidas. Un día, mientras volaba por su reino, vio algo que le llamó la atención: era una hermosa y joven ave posada en la rama de un árbol.
Se acercó para verla mejor y vio que aquella misteriosa criatura cantaba dulcemente con sus plumas doradas brillando a la luz del sol. El encantador canto le llenó de emoción, como si le llamara desde lejos.
El deseo decidió en ese momento que ése debía ser su destino: ¡encontrar el verdadero amor! Así que, sin perder más tiempo, voló hasta el suelo donde ella estaba sentada y le preguntó cómo se llamaba para que pudieran hacerse amigos. Para su gran sorpresa y deleite, ella le respondió diciendo «Me llamo Daisy».
Los dos pájaros congeniaron rápidamente mientras hablaban de sus vidas hasta el momento, y acabaron compartiendo historias sobre cómo las familias trabajan juntas en momentos de necesidad o de dolor cuando uno está luchando solo en su propio viaje a través de los altibajos de la vida… ¡Al poco tiempo, Desire se dio cuenta de la empatía que poseía Daisy, lo que hizo que se enamorara más que nunca de ella!
Sin embargo, justo cuando las cosas parecían perfectas entre ambos… de repente, Daisy empezó a hablar de marcharse poco después de darse cuenta de lo lejos que estaba el hogar de Desire en comparación con el suyo… Y, aunque triste al principio, Desire recordó por qué había venido hoy aquí: en busca de alguien que compartiera valores similares, como la belleza interior
Deja una respuesta