Había una vez un niño llamado Pedro que estaba muy enfermo. Llevaba semanas postrado en la cama y sus padres estaban preocupados por él, pues parecía empeorar día a día.
Una noche, mientras estaba en la cama, Pedro oyó un ruido extraño procedente del exterior de su ventana. Cuando miró por la ventana, vio un viejo saúco cercano a su casa que parecía cobrar vida con luces mágicas.
La luz parecía llamarle para que se acercara hasta que finalmente habló con una voz suave: «Acércate, hijo mío, tengo algo especial para ti». Intrigado y curioso, Pedro siguió la luz hacia las profundidades del bosque, donde se encontró rodeado de todo tipo de criaturas y plantas que brillaban bajo la luz de la luna.
Por fin llegaron a un viejo roble cuyas ramas se extendían como brazos que le daban la bienvenida a casa. El árbol mayor se presentó como Madre Árbol y le dijo a Pedro que cuidaría de él si aceptaba quedarse con ella en su reino mágico para siempre. Después de pensarlo un poco, Pedro aceptó y pronto comenzó su viaje a las profundidades de este nuevo mundo lleno de maravillas más allá de la imaginación.
Pedro pasó muchos días explorando esta maravillosa tierra en la que las hadas vivían entre animales parlantes y los árboles encantados susurraban secretos cuando se les abrazaba con suficiente fuerza. Allá donde iba, la gente le acogía calurosamente -aunque no entendieran su idioma- porque podían ver cuánto amor llenaba su corazón a pesar de estar tan enfermo antes de llegar aquí.
Finalmente, un día, tras meses de exploración, llegó el momento de que Pedro volviera a casa, pero antes la Madre Árbol le hizo un regalo: un pequeño plantón de sus propias raíces que le pidió que plantara en su casa para que, pasara lo que pasara o les llevara la vida, su amistad se mantuviera fuerte para siempre.
Y así sucedió que todos los años, en la misma fecha, al anochecer, todavía se pueden ver pequeñas luces centelleantes bailando alrededor de un viejo roble cerca de la casa de Peters, ¡un recuerdo de la maravillosa aventura que una vez emprendió un valiente niño llamado «Peter»!
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