Érase una vez un cuervo orgulloso y fanfarrón que vivía en el bosque. Había observado con admiración cómo un águila se elevaba en lo alto, con las alas extendidas, atrapando el viento y navegando sin esfuerzo por el cielo. El cuervo quería ser como esa águila; quería ser capaz de elevarse con gracia por el aire también.
Así que un día decidió que lo probaría por sí mismo. Despegó de su percha en un alto árbol, desplegó sus alas y saltó al aire, pero en lugar de elevarse con gracia como lo hace el águila, ¡se encontró con que volvía a caer rápidamente hacia el suelo!
Sin embargo, sin dejarse intimidar por este pequeño contratiempo, el cuervo lo intentó una y otra vez, pero cada vez acabó mucho peor que antes: aleteando locamente en círculos hasta que finalmente se estrelló sin gracia contra el suelo firme. Pero aún así se negaba a rendirse. Seguramente, si pudiera hacerlo bien sólo una vez, todo cambiaría…
Finalmente, tras muchos intentos fallidos de vuelo (¡y unos cuantos moratones!), el Cuervo consiguió despegar con éxito. Con orgullo, voló más y más alto en el cielo, sintiéndose más libre que nunca, pero de repente ocurrió algo extraño: las nubes aparecieron de la nada debajo de él, impidiendo la visión de lo que había debajo. Pero en lugar de entrar en pánico o perder el control, nuestro valiente cuervo siguió avanzando con confianza… hasta que pronto esas mismas nubes se abrieron revelando no bosques verdes ni laderas rocosas, sino vastos océanos que se extendían hacia horizontes lejanos.
Al darse cuenta con horror de que su exceso de confianza le había llevado por el mal camino, a kilómetros de su casa, nuestro pobre pajarito empezó a intentar desesperadamente, con más ahínco que nunca, volver a volar por donde había venido… pero, por desgracia, todos sus esfuerzos fueron inútiles porque, sin puntos de referencia ni puntos de referencia, ¿cómo podría alguien saber cuál es el camino de vuelta a casa? Y así, lamentablemente, nuestro orgulloso cuervo se vio obligado a enfrentarse a la realidad: por mucho que lo intentes, a veces copiar el éxito de otra persona no es siempre fácil… sobre todo cuando no entiendes realmente lo que hace falta para alcanzar esas cotas.
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