Érase una vez una niña pobre que buscaba la bondad en la época de Navidad. Se llamaba María y su vida había estado llena de luchas desde el día en que nació. Vivía con su madre en las afueras de la ciudad, donde tenían muy poco dinero para llegar a fin de mes.
Era casi Navidad y María deseaba desesperadamente sentirse querida por alguien especial en estas fiestas. Pero cada noche, cuando se acostaba para dormir, sólo podía pensar en lo sola que se sentía al no tener a nadie con quien compartir esta época tan especial.
Una mañana, de camino al colegio, María vio algo que brillaba en un viejo árbol cercano a su casa: ¡era un ángel! El ángel le dijo que si creía lo suficiente y pedía ayuda a los de arriba, tal vez llegaría a sus vidas alguien que podría darles un poco de amor y bondad muy necesarios en la época de Navidad. Así que eso fue lo que hizo María; todas las noches, antes de irse a dormir, rezaba por alguien especial que pudiera aportar alegría a sus vidas en esta época navideña.
Unos días después, justo antes de que llegara la Nochebuena, llamaron a la puerta de María: ¡era nada menos que el mismísimo Papá Noel! Dijo que se había enterado de la historia de María y que quería ofrecer su propia bondad entregando de inmediato regalos especialmente elegidos para ambos. Los ojos de Mary se llenaron de lágrimas cuando Papá Noel les entregó regalos como ropa de abrigo y mantas acogedoras llenas de amor, cosas que no habían visto ni soñado con tener antes. Esto ya ha marcado una gran diferencia en sus vidas, ¡pero Papá Noel no había terminado todavía! También les presentó a otra familia cercana que buscaba un poco más de alegría durante las fiestas, y que los acogió a los dos sin vacilar ni juzgar, como si fueran amigos perdidos.
Mary no podía creer el amor que la rodeaba ahora; por fin había gente que mostraba verdadera empatía hacia lo que más importaba: pasar tiempo de calidad juntos durante este mágico periodo de vacaciones, independientemente de la situación económica o las circunstancias de la vida de cada uno… ¡y asegurarse de que todos se sientan incluidos pase lo que pase el año que viene! Tan pronto como estos pensamientos cruzaron por las mentes de toda la sala ese día… se produjo un milagro: la nieve empezó a caer fuera de la nada, añadiendo aún más espíritu festivo a todos los presentes a los pocos minutos de su llegada, ¡como nunca antes se había experimentado también! Esto sólo sirvió como prueba de que la fe puede mover montañas cuando abres tu corazón lo suficiente… ¡tal y como nos enseñó Jesús cuando caminaba entre nosotros hace muchos años!
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