Érase una vez, en un pequeño pueblo de las montañas de Japón, una pareja de ancianos que no tenían hijos. Un día, mientras paseaban por la orilla de un río, encontraron un gran melocotón flotando. Cuando lo abrieron, ¡salió un adorable niño! Le llamaron Momotaro, que significa «hijo del melocotón».
Momotaro fue fuerte y valiente desde su nacimiento y rápidamente se convirtió en un joven aventurero. Le encantaba ayudar a sus padres en la casa y salir de pesca con su abuelo. Pero un día algo cambió: ¡los demonios malvados empezaron a aterrorizar la aldea!
Momotaro estaba decidido a ayudar a librar a su amada aldea de estos monstruos, así que partió en una búsqueda para conseguirlo. En su viaje se llevó algunos compañeros: un perro para el coraje, un mono para la agilidad y la inteligencia y, por último, un faisán para la velocidad (que también era un buen tentempié durante el viaje).
El grupo no tardó en llegar a la Isla de los Ogros, donde escucharon muchas historias de terribles criaturas que acechaban en el interior de oscuras cuevas llenas de dragones que escupían fuego. Momotaro se adentró valientemente en cada cueva en solitario, pero salió victorioso en todas las ocasiones gracias a la ayuda de sus amigos animales que le animaban en el camino. Finalmente, tras derrotar a los cinco ogros que aterrorizaban la isla, ¡Momotaro volvió a casa como un héroe!
Los aldeanos se alegraron mucho al ver lo que nuestro valiente pequeño héroe había conseguido y le recompensaron con regalos de tierras lejanas, como túnicas de seda de China o incluso joyas de la India, ¡cosas a las que sólo tenía acceso la realeza hasta entonces! A partir de ese día, todos los habitantes del pueblo celebraron cada año el «Día de Momotar?» en honor a nuestro valiente joven guerrero, que los protegió a todos sin ayuda contra fuerzas malignas que escapaban a su control, demostrando una vez más que la valentía puede venir en cualquier envoltorio que elijas.
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