Hola
Había una vez una hormiga llamada Bantú. Vivía en un pequeño hormiguero en medio de la sabana africana. Todos los días salía a explorar su entorno con gran entusiasmo y curiosidad.
Un día, mientras exploraba, tropezó con algo extraño: ¡era una roca de aspecto extraño! Tenía unas marcas de colores que parecían dibujadas por alguien o algo especial. Intrigado por este objeto, Bantú decidió llevarlo a su hormiguero y mostrar a todos lo que había encontrado.
De vuelta a casa, todos los amigos de Bantú se reunieron alrededor de la extraña roca para verla mejor. Cuando la inspeccionaron más a fondo, se dieron cuenta de que las marcas de colores formaban en realidad un dibujo de todos ellos rodeados de naturaleza. Todos se alegraron mucho de ver una representación tan bonita de su grupo de amigos pintada en esta misteriosa piedra desde lejos.
Bantu supo inmediatamente quién debía haber pintado semejante obra maestra: ¡su amigo Ayo! Ayo se había ido hacía semanas, pero estaba claro que había dejado este regalo para todos ellos como su última despedida antes de emprender su viaje: un recordatorio para todos ellos de lo importante que es su amistad y de la gratitud que debemos sentir siempre hacia nuestros amigos, independientemente de que la vida nos separe unos de otros.
Conmovido por la consideración de Ayo, Bantu propuso que mantuvieran la roca a salvo para siempre como emblema de agradecimiento por la compañía y el apoyo mutuo en los buenos y malos momentos. Y así, con corazones felices y llenos de amor
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