Había una vez un agricultor que vivía en la linde de un bosque. Tenía una pequeña granja y cultivaba muchas verduras que vendía en el mercado cada semana. Un día, cuando paseaba por sus campos, vio algo extraño en una de las hileras: ¡parecía un animal que estaba escarbando en el suelo!
El agricultor se detuvo para mirar más de cerca y se dio cuenta de que era un tejón. El tejón estaba escarbando en busca de comida para su familia. El granjero sintió pena por el tejón y decidió ayudarle dejando algunas verduras frescas cerca de donde lo había visto cavar antes.
Al día siguiente, cuando el granjero volvió a comprobar sus cultivos, ¡se dio cuenta de que todas sus verduras habían desaparecido! Supuso que debía ser el tejón el que se las había comido y, a partir de entonces, cada noche, después de cosechar sus productos, dejaba algunas para la familia del tejón.
Esto continuó durante muchas semanas hasta que una noche, en cuanto el crepúsculo se asentó sobre las tierras de cultivo, ocurrió algo sorprendente… ¡Una manada de ciervos se acercó corriendo hacia donde sabían que les esperaba la comida! ¡Parecía que su amigo -el Tejón- les había hablado de este amable Granjero que compartía lo que cosechaba con los animales que vivían en los bosques cercanos!
A partir de entonces, todas las noches se repetía la misma rutina: mientras los demás dormían profundamente en sus camas, el granjero atendía a los menos afortunados que él, y se aseguraba de que todos los que le rodeaban tuvieran suficiente comida nutritiva, ¡todo gracias a la ayuda del Sr. Tejón!
Una mañana soleada, como de costumbre, el granjero empezó a cuidar sus cultivos, pero esta vez, en lugar de encontrar los espacios vacíos dejados por los animales hambrientos, encontró algo aún más especial: una hermosa flor que crecía justo en el lugar donde antes sólo había tierra.
Sonrió cálidamente, sabiendo exactamente de quién podía ser este milagro: ¡el Sr. Tejón! A partir de entonces, cada vez que alguien preguntaba cómo podía crecer aquí una flor tan hermosa sin ningún tipo de cuidado ni de riego. Los agricultores siempre respondían con orgullo:» Todo el agradecimiento es para mi buen vecino el Sr. Tejón».
Y así es como va la historia… Este granjero se hizo amigo del Sr. Tejón y nos enseñó valiosas lecciones que podemos utilizar incluso hoy en día: compartir la bondad realmente trae alegría a nuestros corazones y ayudar a otra persona enriquecerá también nuestras propias vidas.
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