Había una vez dos amigos llamados Jack y Jill. Vivían en el mismo pueblo y eran los mejores amigos desde que ambos eran pequeños.
Un día, Jack y Jill decidieron escaparse juntos. Querían ver qué había más allá de su pequeña aldea. Así que prepararon comida para su viaje, se despidieron de todos los habitantes de la aldea y se lanzaron a la aventura.
La primera parte de su viaje no fue muy emocionante; se limitaron a atravesar campos y granjas sin nadie a su alrededor, salvo algunas vacas que pastaban cerca. Pero pronto empezaron a ver cosas más interesantes, como flores silvestres que crecían a lo largo del camino y mariposas brillantes que revoloteaban junto a ellos mientras caminaban.
Finalmente, Jack y Jill llegaron a una gran ciudad llena de altos edificios que parecían tocar el cielo. Había mucha gente bullendo, ¡mucho más de lo que ninguno de los dos había visto nunca! Exploraron todos los rincones de las calles hasta la noche, cuando todas las luces de la ciudad se apagaron… ¡entonces llegó la hora de dormir!
Jack encontró un viejo árbol cerca de un banco del parque donde pudo dormir mientras Jill se acurrucaba bajo unos arbustos cercanos para no pasar frío durante la noche.
A la mañana siguiente, cuando Jack se despertó, vio algo muy inesperado: ¡¡un elefante a su lado! Debía de haberse escapado de la jaula del circo durante la noche, porque ahora parecía dispuesto a emprender su propia aventura. «¡Vamos, Jackie Boy!», gritó Jill, «¡vamos a explorar este nuevo mundo con nuestro amigo elefante!» Y así comenzó otro gran día de exploración juntos, lleno de sorpresas a cada paso…
Después de pasar días huyendo juntos de casa, Jack
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