Era la noche anterior a la Navidad y en toda la casa no se movía ni una criatura, ni siquiera un ratón. Todos los niños estaban profundamente dormidos en sus camas, mientras las visiones de ciruelas de azúcar bailaban en sus cabezas.
De repente, ¡se oyó un fuerte golpe! ¿Qué podía ser? Los niños se apresuraron a ver. Sobre su techo estaban sentados ocho diminutos renos con cuernos tan brillantes que resplandecían como estrellas en el cielo.
Los ojos de los niños se abrieron de par en par al ver a un alegre anciano vestido como San Nicolás. Llevaba un gran traje rojo con adornos de piel blanca y botas de cuero que brillaban como gemas. Su barba era larga y blanca y sus mejillas eran de color rosa; ¡sonrió ampliamente cuando les vio asomarse al alféizar de la ventana para mirarle!
En una mano llevaba un enorme saco lleno de juguetes para todos los niños y niñas buenos; en la otra, Papá Noel llevaba las riendas de cada reno: Dasher, Dancer, Prancer, Vixen Comet Cupid Donner
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