Había una vez una anciana que vivía con su nieto. Lo quería mucho y quería asegurarse de que fuera feliz todo el tiempo. Una noche, la anciana decidió llevar a su nieto al exterior para que viera lo hermosa que era la luna en el cielo.
El niño la contempló con asombro, pero algo no iba bien. La luna parecía apagada y gris. Le preguntó a su abuela por qué no parecía tan brillante y chispeante como de costumbre.
La anciana le contó que, hace muchos años, una malvada bruja había lanzado un hechizo sobre la luna que la hacía fea todas las noches, hasta que alguien encontró la forma de romperlo. Así que emprendió su propio viaje para encontrar esa misteriosa solución, dejando sólo una pista para su querido nieto: «Escucha atentamente lo que te digo: «¡La belleza está en el interior de cada día!».
Poco sabían que, en su casa, mientras estaban fuera, su gato mascota había tropezado con algo mágico: ¡un espejo encantado! Al colocarlo bajo la luz de la luna llena, su reflejo pasó de ser aburrido y gris a ser espectacularmente bello.
A la mañana siguiente, cuando la abuela regresó con su nieto, no podían creer lo que veían; en lugar de estar apagada como antes, ¡la Luna brillaba ahora frente a ellos! ¡Era aún más impresionante que antes! Así es como la belleza volvió a nuestras noches, gracias a su curioso gato y a los poderes especiales de un espejo encantado.
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