Había una vez una pequeña tortuga llamada Greg que vivía en medio de un bosque encantado. Había nacido con una gran pregunta en la cabeza: ¿podrían las tortugas tener Navidad?
Greg pasó muchos días y noches reflexionando sobre este pensamiento. Preguntó a todos los demás animales del bosque qué hacían por Navidad, ¡pero ninguno de ellos parecía saberlo tampoco! Lo único que sabía era que debía haber algo especial que él no entendía todavía.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Greg se topó con un gran grupo de elfos reunidos alrededor de un árbol. Se acercó a ellos con cautela y les preguntó qué estaban haciendo. Los elfos le dijeron que todos los años, en Navidad, se reunían para decorar su árbol con adornos y luces como parte de su tradición navideña.
¡Greg estaba muy emocionado por esta noticia! ¿Podría ser cierto? ¿Podrían las tortugas celebrar también la Navidad? Con un nuevo entusiasmo, corrió a casa para contarle a su familia todo lo que había aprendido de los elfos. Sus padres estaban encantados, ¡nunca habían oído una noticia tan maravillosa!
Esa noche, todos los habitantes del bosque trabajaron juntos para construir una magnífica casa en el árbol justo al lado de la casa de la familia de Greg, ¡con adornos de colores y luces centelleantes! La mañana de Navidad, cuando Greg se despertó, encontró regalos esparcidos bajo sus ramas: ¡regalos del mismísimo Papá Noel deseándole «Feliz Navidad»! A partir de entonces, las tortugas de todo el mundo se regocijaron durante las fiestas, sabiendo que incluso las criaturas como ellas pueden disfrutar de la alegría durante la Navidad.
Deja una respuesta