Había una vez un adorable puercoespín llamado Ou Ou. Era simpático y siempre sonreía, pero nadie quería ser su amigo por culpa de sus púas. Eran tan afiladas que ahuyentaban a todo el mundo.
Ou Ou se sentía muy solo. Todo lo que quería era alguien con quien jugar y hacer nuevos amigos, pero parecía imposible, ya que nadie se acercaba lo suficiente como para que él pudiera siquiera hablar con ellos.
Un día, mientras Ou Ou caminaba por el bosque buscando a alguien que quisiera ser su amigo, se topó con un grupo de animales que jugaban juntos en la pradera. Su corazón dio un salto al verlos. Pero cuando le vieron acercarse, todos huyeron gritando: «¡Sus púas son demasiado afiladas!»
El corazón de Ou Ous se rompió ante este rechazo y sintió que renunciaba a hacer amigos, hasta que otro animal salió de detrás de un arbusto donde se había escondido. ¡Era un pequeño y valiente erizo llamado Prickles! Le dijo a Ou Ou que no se preocupara por lo que pensaran los demás; si no podía convencerles de que sus púas no eran peligrosas, tal vez ella podría ayudarles a demostrar lo inofensivas que eran en realidad.
Así que Prickles cogió algunas de sus propias agujas espinosas y mostró a todos los demás lo suaves que pueden ser si las manejas adecuadamente: ¡pronto nadie tuvo ya miedo! Entonces sugirió hacer una carrera por el prado con las espinas clavadas para que todo el mundo viera que ninguno de ellos se hacía daño durante su divertido juego, ¡que fue exactamente lo que ocurrió! Todo el mundo se rió y animó cuando todos los animales cruzaron la línea de meta ilesos de las púas o las agujas de nadie.
A partir de ese día, todos los animales se hicieron grandes amigos tanto de Prickles como de Ou-Ou, demostrando una vez más que la amistad puede vencer cualquier cosa… incluso esas molestas púas 😉
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