Había una vez un niño valiente e inteligente llamado Alí Babá. Vivía en un pequeño pueblo del desierto con su madre y su padre. Todos los días, Alí salía a explorar a través de las calientes dunas de arena para encontrar nuevos y emocionantes lugares.
Un día, mientras caminaba por el desierto, oyó unos ruidos extraños que provenían de detrás de una roca gigante. Con la curiosidad de ver qué podía ser, se acercó con cuidado y se asomó a su alrededor. Para su sorpresa, frente a él había cuarenta ladrones. Habían abierto una vieja cueva llena de monedas de oro y joyas que brillaban como estrellas en el cielo nocturno.
El líder de los ladrones se dio cuenta de que Alí se asomaba por detrás de la roca. «¿Quién eres tú?» preguntó el ladrón con severidad. Pero en lugar de asustarse por su feroz voz, el valiente pequeño Alí se limitó a responder: «Sólo estoy aquí en busca de aventuras».
La líder de los ladrones sonrió entonces socarronamente mientras sacaba su bastón mágico, que brillaba con una luz anaranjada cuando golpeaba tres veces su punta dorada. Dijo: «¡Si adivinas correctamente mi acertijo, te daré todo este tesoro!».
Alí se lo pensó un momento antes de responder: «¿Tu acertijo es ‘Ábrete Sésamo’?» ¡En ese mismo momento, los cuarenta ladrones se inclinaron ante él con asombro! Porque sabían que nadie más había sido capaz de resolver sus complicados acertijos, ¡hasta ahora! El líder de los ladrones le entregó todos sus tesoros, tal y como había prometido, para que Alí pudiera llevárselos a casa para que él y su familia los disfrutaran para siempre.
Y así, cada día, cuando terminaba la escuela o las tareas de casa, el joven Alí se escabullía por esas mismas dunas de arena en busca de más aventuras que le esperaban a la vuelta de cada esquina…

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