Había una vez un gatito malhumorado llamado Scowly que vivía en la pequeña ciudad de Cozyville. Normalmente era un lugar alegre, pero hoy llovía tanto que todo el mundo se quedaba dentro para no mojarse. Aunque tenía muchos juguetes y juegos para jugar, Scowly se sentía muy aburrido y triste. No encontraba nada divertido que hacer.
En ese momento, oyó una vocecita que salía de debajo del cojín del sofá. «Hola», dijo la voz. «¡Me llamo Antonio la Hormiga! Estoy aquí para ayudarte a pasar este día lluvioso».
Scowly no estaba seguro de qué podía hacer una hormiga por él en un día tan sombrío. Pero Antonio le dijo que no se preocupara; ¡tenía muchas ideas en la manga! Les sugirió que hicieran aviones de papel y los hicieran volar por el salón como si fueran aviones de verdad que surcaban el cielo. También hicieron barcos con cajas de cartón y navegaron por océanos imaginarios hasta que llegó de nuevo la hora de acostarse.
Scowly no tardó en olvidarse de lo aburrido que se había sentido antes: ¡ahora su imaginación se desbordaba mientras se desarrollaba ante él una aventura tras otra gracias al ingenio de Antonio! Al final de aquel día tan lluvioso, tanto Scowly como Antonio estaban agotados, pero contentos de saber que juntos habían utilizado su creatividad para convertir el aburrimiento en algo especial.
A partir de entonces, cada vez que las nubes amenazaban con llover de nuevo o se instalaba cualquier sentimiento de inquietud, todo lo que Scowlie tenía que hacer era llamar a Antonio: ¡siempre estaría listo con una o dos ideas emocionantes bajo la manga!
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