Érase una vez una niña desagradable llamada Amelia. Siempre era desagradable con los que la rodeaban y rara vez mostraba gratitud u optimismo. Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, se topó con un jardín secreto que nadie había descubierto antes.
Amelia quedó hipnotizada por la belleza de este jardín secreto; ¡parecía casi mágico! Corrió a explorar más a fondo, pero en cuanto tocó una de las plantas del jardín, ocurrió algo extraño: ¡todo empezó a brillar con una luz blanca brillante!
Amelia se preguntó por qué este misterioso jardín la había elegido para ser su cuidadora y qué podría ocurrir a continuación. De repente, unas voces amistosas la llamaron por detrás y, cuando se volvió, vio a cuatro pequeñas hadas revoloteando frente a ella. Las hadas le explicaron que habían sido enviadas por la Madre Naturaleza y que habían estado esperando a que llegara alguien especial como Amelia para poder compartir con ella su sabiduría.
Las hadas le contaron a Amelia lo importante que es cuidar de la naturaleza y la felicidad que se consigue cuidando las cosas con amor y amabilidad, en lugar de ser mezquinos o aprovecharse de los demás. También enseñaron a Amelia a utilizar la conversación como una oportunidad para conocer mejor los sentimientos de la gente, en lugar de limitarse a hablarles o dominar las conversaciones con críticas, como solía hacer antes de conocer a las hadas.
Cada día que pasaba, Amelia era más consciente de toda la belleza que había en su interior, lo que finalmente la llevó de nuevo al jardín secreto, donde pasaba horas cuidando sus flores y asegurándose de que cada planta floreciera bajo su atenta mirada. Al hacerlo, Amelia no sólo aprendió que la vida puede ser hermosa si abres tu corazón lo suficiente, sino que también ganó muchos amigos nuevos que apreciaban tener a alguien como Amelia cuidando de su querido jardín secreto.
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