Érase una vez un travieso pastor alemán llamado Rosco. Vivía muchas aventuras en primavera y verano, pero su estación favorita era el otoño.
Cuando llegó el otoño, la familia de Rosco lo llevó a su huerto de calabazas local. Estaba lleno de calabazas de color naranja brillante que eran perfectas para tallar calabazas. En cuanto salió del coche, Rosco empezó a explorar la granja con entusiasmo. El olor a heno y a pasteles recién horneados llenaba el aire.
Rosco corrió olfateando todo lo que encontraba -desde pilas de calabazas hasta montones de tallos de maíz- mientras su familia examinaba las distintas variedades disponibles en cada puesto. Después de una o dos horas, finalmente eligieron sus favoritas y las cargaron en el coche mientras Rosco observaba emocionado desde los arbustos cercanos donde se había escondido.
De vuelta a casa, decidieron hacer una última parada: un huerto de manzanas. ¡Este lugar era aún más emocionante que el huerto de calabazas porque significaba muchos más olores para que Rosco investigara! Corrió entre hileras e hileras de árboles en busca de las manzanas adecuadas hasta que su familia le llamó para que comprara también algunas manzanas antes de volver a casa.
De vuelta a casa, Roscoe ayudó a esculpir algunas caras espeluznantes en todas esas calabazas antes de que la noche cayera sobre ellas como una manta… ¡marcando otro exitoso día pasado en otoño por nuestro querido bribón, Roscoe!
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