Había una vez una niña llamada Caperucita Roja que vivía en el bosque con su abuela. Caperucita había oído hablar de una comida deliciosa que hacía su abuela y quería ir a visitarla y probarla ella misma.
Así que un día emprendió su viaje por el bosque. Mientras caminaba entre los árboles, de repente oyó un sonido extraño que venía de detrás de ella. Cuando se dio la vuelta, vio a un gran perro baboso delante de ella. Se llamaba Óscar y parecía muy simpático.
La pequeña Red no se asustó en absoluto, sino que alargó la mano para acariciarlo y la cola de Óscar empezó a moverse con tanta fuerza que todo su cuerpo se estremeció. Luego le siguió mientras la Pequeña Roja continuaba su camino hacia la casa de la abuela.
Cuando llegaron a la casa de la abuela, Caperucita descubrió que Óscar había estado esperando fuera mientras ella entraba a buscar algunas de esas deliciosas golosinas de la abuela. También sacó algunas para Óscar, que engulló hambriento antes de dejarse caer junto a la puerta, contento.
El pequeño Rojo sabía que ése sería su lugar especial cada vez que visitara la casa de la abuela. A partir de entonces, cada vez que Caperucita visitaba la casa de la abuela con Óscar a su lado, ambos disfrutaban juntos de un montón de sabrosas golosinas mientras mantenían divertidas conversaciones sobre la vida en el bosque mientras tomaban una taza de té o cacao caliente.
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