Había una vez cuatro crías de ardilla que vivían en el bosque. Se las conocía como la pandilla ocupada. Siempre se podía encontrar a estos pequeños amigos de cola tupida correteando y jugando juntos en su casa del bosque.
A la pandilla les encantaba explorar juntos todos los rincones del bosque. Pero a veces se excitaban tanto que sus colas se enredaban. Por mucho que intentaran desenredarlas, ¡parecía una tarea imposible!
Un día, mientras exploraban, una de las ardillas bebé se atascó la cola en una rama de un árbol. ¡No podía liberarse por mucho que lo intentara o tirara de su cola! Sus amigos le vieron luchar e inmediatamente entraron en acción para ayudarle.
Las otras tres ardillitas se agarraron cada una a diferentes partes de la cola de su amigo con sus diminutas patas y tiraron con suavidad pero con firmeza hasta que finalmente -POP- ¡se liberó de nuevo! La ardilla bebé estaba muy aliviada y agradecida por la ayuda de sus amigos.
A partir de entonces, cada vez que uno de los miembros de la pandilla de ocupados se encontraba en una situación similar, sabían exactamente qué hacer: ¡trabajar juntos y con paciencia hasta que las colas de todos volvieran a estar en orden! Habían aprendido que la paciencia es realmente la clave cuando se trata de volver a desenredar esas molestas colas.
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