Érase una vez, en un reino lejano, cuatro hermanos: Tim, Tom, Ted y Terry. Los cuatro hermanos estaban muy unidos y siempre se cuidaban mutuamente. También eran muy inteligentes y tenían una admirable curiosidad que les llevaba a probar todo tipo de cosas nuevas.
Un día los cuatro hermanos oyeron hablar de una princesa que estaba en peligro por culpa de un malvado dragón. Todos se asustaron, pero los valientes hermanos decidieron que la rescatarían. ¿Pero cómo? Ninguno de ellos sabía nada sobre cómo luchar contra los dragones.
El hermano mayor, Tim, les sugirió que utilizaran su inteligencia colectiva para idear un plan en lugar de correr de cabeza a la batalla. Así que cada hermano emprendió su propio viaje para aprender algo útil para salvar a la princesa del dragón.
Ted se puso a estudiar magia para poder lanzar hechizos lo bastante poderosos para derrotarlo; Tom aprendió herrería para poder forjar armas lo bastante fuertes para la batalla; Terry estudió ingeniería para poder construir trampas que pudieran atraparlo; mientras que Tim estudió estrategia para poder idear planes inteligentes sobre la mejor manera de enfrentarse a él.
Tras meses de duro trabajo estudiando sus respectivos oficios, los cuatro valientes hermanos volvieron a casa triunfantes con sus nuevos conocimientos a mano. Con sus habilidades combinadas, fabricaron espadas y escudos mágicos, así como trampas como nunca antes se habían visto, ¡listos ahora para enfrentarse al temido dragón! Juntos se dirigieron hacia su guarida, donde, tras una larga batalla, lo derrotaron y salvaron a la princesa de una muerte segura. En reconocimiento a su valentía y cooperación, ella les recompensó generosamente, concediendo a cada hermano el deseo que más deseaba su corazón… ¡y así nuestro cuento termina felizmente para siempre!
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