Había una vez tres ladrones que vivían en el bosque. Llevaban muchos años viviendo allí, robando a todo lo que encontraban.
Un día, los ladrones decidieron robar a diez comerciantes que se habían instalado cerca de su campamento. Los ladrones se colaron en el mercado y se llevaron rápidamente toda la mercancía que podían llevar antes de que nadie se diera cuenta.
Los comerciantes persiguieron a los ladrones pero, por mucho que lo intentaron, no pudieron atraparlos. Finalmente, los comerciantes se dieron por vencidos y regresaron a sus puestos decepcionados y sin ninguna de sus mercancías.
Pero entonces ocurrió algo inesperado: un comerciante empezó a hablar con otro sobre lo que acababa de ocurrir y, al poco tiempo, ¡los diez comerciantes estaban conversando entre sí sobre las medidas que podían tomarse contra los ladrones! Tras muchas discusiones, se acordó que si todos trabajaban juntos como un equipo, ¡tal vez tendrían una oportunidad de atrapar a esos malhechores!
Así que cuando llegó la mañana siguiente, los diez mercaderes se reunieron frente al campamento de los ladrones armados con palos y piedras, ¡listos para la batalla! Sin embargo, para su sorpresa, cuando llegaron al campamento sólo quedaba un ladrón, ya que sus dos compañeros habían huido por miedo a ser atrapados in fraganti por una turba enfurecida. Con este nuevo coraje adquirido gracias a la comunicación entre ellos, los valientes comerciantes lo detuvieron en el acto.
En conclusión: Los tres ladrones se vieron abrumados por estos diez valientes comerciantes que se unieron a pesar de no conocerse previamente, porque el pensamiento independiente es un arma poderosa contra las tácticas de intimidación o acoso como el robo. Esta historia sirve para recordar que, aunque a veces nos sintamos solos o impotentes, ¡comunicar nuestros pensamientos puede llevarnos al éxito en situaciones difíciles como éstas!
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