Había una vez un cerdo llamado Percy. Vivía en la pequeña ciudad de Pigville con su familia y todos sus amigos animales.
Percy siempre había soñado con poder volar como los pájaros que observaba desde la ventana de su habitación todas las mañanas, pero sabía que era imposible que los cerdos volaran. Sus amigos se reían de él cuando les contaba su sueño, diciéndole que sólo los pájaros podían hacer esas cosas.
Pero un día ocurrió algo extraño: ¡Percy se encontró volando de verdad! En cuanto se le pasó la sorpresa, se dio cuenta de que si podía hacer algo tan increíble, quizá todo fuera posible. Esa noche pidió un deseo a una estrella y dijo en voz alta: «Si puedo volar, nada es imposible».
Al día siguiente, Percy decidió poner en práctica su nueva confianza en sí mismo, elevándose por encima de Pigville y demostrando lo increíble que era para alguien como él. Todo el mundo aplaudió al ver a su querido cerdo volar por el cielo. Estaban muy orgullosos de la valentía con la que Percy había asumido este reto y había conseguido algo tan extraordinario sin perder la esperanza ni creer en sí mismo.
A partir de entonces, cada vez que alguien dudaba de sí mismo o se sentía demasiado asustado para intentar algo nuevo, pensaba en el momento en que el cerdo voló, lo que les demostró que todo es posible si se cree lo suficiente en uno mismo.
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