Érase una vez, en lo más profundo de la exuberante y verde selva tropical de África, un perezoso increíblemente dormilón llamado Sr. Perezoso.
El Sr. Perezoso siempre estaba muy cansado, ¡no importaba cuánto durmiera! Se pasaba todo el día durmiendo en cualquier rama que pudiera encontrar en su árbol, pero no era lo suficientemente cómodo como para permanecer dormido el tiempo suficiente para conseguir un buen sueño reparador.
Sólo quería una cosa: encontrar una rama cómoda en la que pudiera dormir sin interrupciones ni molestias de otros animales que quisieran el mismo lugar que él.
Así que todas las mañanas, el Sr. Perezoso se levantaba temprano y buscaba «la rama perfecta». Por desgracia, esto era más fácil de decir que de hacer, ya que había muchos animales viviendo en el mismo árbol: monos que se balanceaban por las ramas, pájaros que piaban con fuerza e incluso serpientes que se deslizaban por ahí, así que encontrar un lugar tranquilo era casi imposible.
Sin embargo, un día, cuando el Sr. Perezoso estaba a punto de perder la esperanza de encontrar la rama de sus sueños, se dio cuenta de algo especial: un pequeño grupo de animales se había reunido y estaba compartiendo sus recursos con los demás. Habían creado pequeños nidos con palos y hojas donde podían acurrucarse cómodamente. Cuando el Sr. Perezoso vio esto, supo que por fin había encontrado lo que necesitaba; se unió rápidamente a ellos y se acomodó en su nido. A partir de ese momento, el Sr. Perezoso consiguió por fin el sueño tranquilo y reparador que antes se le escapaba.
La moraleja de nuestra historia es que cuando compartes tus recursos con los demás, puedes crear algo hermoso, como la amistad.
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