Había una vez una oruga llamada Kynan. Le encantaban los zapatos. Todas las mañanas salía a buscar nuevos y emocionantes pares de zapatos para ponerse. Pero no importaba cuántos pares de zapatos encontrara, parecía que nunca encontraba suficientes.
Un día, Kynan salió en busca de más zapatos, cuando tropezó con una vieja zapatería. En cuanto Kynan entró en la tienda, sus ojos se iluminaron de emoción: ¡había tantos tipos de zapatos! No perdió tiempo en probárselos todos; desde las zapatillas altas hasta las sandalias, ¡cada par le quedaba perfecto!
Kynan se divertía tanto que, al poco tiempo, el sol se había puesto y estaba oscureciendo. ¡Oh, vaya! Kynan sabía que no podría devolver todos esos maravillosos zapatos a su sitio por sí mismo, ¿qué debía hacer?
En ese momento, apareció en la puerta un amable ratón que se ofreció a ayudar a Kynan a limpiar el desorden. Juntos trabajaron duro hasta que todos los zapatos volvieron a estar en el lugar que les correspondía en las estanterías (¡con algo de espacio para más!). Agradecido por la ayuda de su nuevo amigo, Kynan le dio las gracias sinceramente antes de marcharse a casa con un salto en el aire, feliz de saber que ahora más amigos podrían entrar en esta tienda especial y experimentar la alegría de encontrar su propio par de zapatos perfecto.
La moraleja de esta historia es: «Ningún trabajo es demasiado grande o pequeño cuando tienes buenos amigos a tu lado». No importa lo difícil que pueda parecer algo a primera vista: ¡si trabajamos juntos todo se puede conseguir!
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