Había una vez un oso llamado Oso que vivía en el bosque. Tenía una pecera muy pequeña que quería llenar con algunos peces frescos. Pero, por mucho que lo intentara, ¡esos pececillos descarados no le dejaban pescar!
Un día, Oso decidió ir a pescar su cena. Cogió su caña de pescar y se dirigió a la orilla del río. Nada más llegar, lanzó el sedal al agua y esperó pacientemente a que algo picara, pero parecía que todos los peces eran demasiado listos para él.
Sin embargo, Oso no se amilanó y siguió probando diferentes métodos hasta que finalmente uno de los peces mordió el anzuelo. Pero en lugar de dejarle pescar, se alejó rápidamente antes de que Bear pudiera acercarse lo suficiente.
Se dio cuenta entonces de que si quería pescar más criaturas escurridizas, tendría que ser más adaptable y pensar de forma diferente. Así que, después de pensarlo detenidamente, Oso se decidió por un plan poco convencional: en lugar de utilizar el método de la caña y el carrete, usaría migas de pan como cebo e intentaría alimentarlas a mano directamente desde la orilla.
El plan funcionó a la perfección: en cuestión de minutos, Oso capturó varias truchas hambrientas que engulleron alegremente su almuerzo desde la palma de su mano. Con una sonrisa de satisfacción en la cara (¡y un montón de delicioso pescado fresco!), Bear se fue a casa con un día de pesca bastante exitoso…
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