Había una vez un pueblo llamado Hamelín. Los habitantes de Hamelín eran muy felices y estaban contentos con sus vidas. Pero un día, todo cambió cuando oyeron una música extraña que procedía de fuera de las murallas de la ciudad.
Los habitantes de Hamelín siguieron el sonido para averiguar qué era, y pronto vieron a un hombre con ropas de colores brillantes que tocaba su flauta delante de ellos. ¡Había venido a tocar su música mágica para ellos!
El hombre dijo que era el Flautista de Hamelín y que podría ayudar a deshacerse de todas las ratas que habían estado molestando a la gente en sus casas y tiendas utilizando sus poderes especiales sobre los animales a través de su música mágica. Todos estuvieron de acuerdo en que era una gran idea, así que le ofrecieron dinero si lo hacía por ellos.
Así que el Flautista de Hamelín volvió a tocar su flauta y, de repente, cientos de ratas salieron corriendo de todas partes: de debajo de los muebles, de detrás de las cortinas o incluso del interior de los armarios. ¡Todas ellas corrieron hacia él hasta que, finalmente, todas esas molestas ratas le siguieron lejos de la ciudad para siempre!
Todo el mundo se alegró de haberse librado de esas molestas plagas, pero entonces alguien se dio cuenta de algo extraño: ¡todos los niños habían desaparecido también! El Flautista de Hamelín había engañado a todos para que le dieran más dinero del acordado antes de marcharse con todos los niños siguiéndole como si estuvieran hechizados por su música mágica.
Todos entraron en pánico al pensar en los problemas que iban a tener sin niños -al fin y al cabo, a todo el mundo le encantaba tener niños-, así que corrieron tras el Flautista intentando desesperadamente alcanzarle antes de que fuera demasiado tarde, pero desgraciadamente no pudieron seguirle, ya que se movía más rápido que nunca a pie mientras seguía tocando su pipa, que producía una melodía espeluznante que resonaba mucho más allá de donde nadie podía seguir.
Afortunadamente, alguien pensó lo suficientemente rápido como para pedir ayuda a otro pueblo cercano, que envió un ejército justo a tiempo para detener el plan del malvado gaitero. Tan pronto como todos se dieron cuenta de lo que ocurría, los soldados corrieron directamente hacia donde todos pensaban que había ido, sólo para encontrar que, aunque ninguno de los niños estaba cerca, extrañamente tampoco había ninguna señal dejada por él mismo ni por esas pobres almas que tristemente se habían desvanecido… sin dejar nada más que unas misteriosas marcas dejadas en el suelo cerca de una pequeña colina cercana… por lo que hasta la fecha nadie ha sido capaz de averiguar exactamente lo que ocurrió aquel día hace mucho tiempo.
Deja una respuesta