Había una vez, en un bosque profundo y oscuro, un pequeño abeto. Era tan pequeño que apenas alcanzaba las copas de los otros árboles que le rodeaban. Todos los días los miraba con envidia y deseaba ser tan alto y fuerte como ellos.
Un día, mientras contemplaba las estrellas desde su lugar bajo el dosel de hojas, oyó que algo crujía por encima de él. Para su sorpresa, ¡era un anciano! El hombre le dijo que si deseaba lo suficiente un día sus sueños podrían hacerse realidad. Con esto en mente, el pequeño abeto se fue a la cama esperanzado por las posibilidades del mañana.
A la mañana siguiente, cuando nuestro pequeño amigo abeto se despertó, notó algo extraño: todo a su alrededor parecía diferente, ¡incluso él mismo! Había crecido de la noche a la mañana. No podía creerlo, ¡qué milagro! Ahora que era más alto que todos los demás árboles del bosque, de repente todo el mundo quería hablar con él: los pájaros se posaban en sus ramas cantando dulcemente durante todo el día y los animales correteaban justo debajo de ellos jugando juntos como si formaran parte de una gran aventura.
Le encantaba cada momento, pero pronto se dio cuenta de lo fácil que era la vida ahora que todo el mundo respetaba más sus opiniones debido a su tamaño… ¡y entonces llegó el invierno! Hacía frío, pero era muy bonito en la naturaleza, así que a nuestro arbolito no le importó demasiado hasta que una noche empezó a nevar con fuerza desde arriba, cubriéndolo todo, incluso a él mismo, completamente de blanco, como una especie de manta mágica que le protegiera de cualquier peligro o daño. Una vez más, se produjo otro milagro: por muy fuerte o espesa que fuera, nada dañó a nuestro valiente héroe durante esos meses, lo que le hizo sentirse orgulloso y a la vez agradecido de estar donde está hoy, rodeado de amigos tan solidarios, tanto seres vivos como de otro tipo, que siempre se cuidaban mutuamente, fuera cual fuera la estación del año.
Con el tiempo llegó la primavera, trayendo consigo nuevos comienzos para nuestro abeto, ahora completamente desarrollado, que nunca olvidó aquellas palabras pronunciadas por un viejo sabio hace mucho tiempo: «Desea con todas tus fuerzas que tus sueños se hagan realidad»… Y de hecho lo hicieron, asegurándose de que esta historia permanezca siempre viva a través de las generaciones, recordándonos a todos que a menudo la necesidad viene de la mano del aprecio…
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