Había una vez una gallinita roja que vivía en el jardín. Se esforzaba por cuidar el huerto, pero le resultaba difícil hacerlo todo sola.
Un día, decidió que quería hacer pan con el trigo que había recogido de su huerto. Así que la Gallinita Roja fue preguntando a todos los animales si la ayudaban a hacer pan, pero ninguno parecía interesado ni dispuesto a ayudar.
El primer animal al que le preguntó Gallinita Roja fue el conejo, que dijo que no podía molestarse y huyó a su madriguera. A continuación, preguntó al zorro, que se limitó a encogerse de hombros y le dijo que no tenía ningún interés en hacer pan. Lo mismo ocurrió cuando la Gallinita Roja preguntó a las ardillas y a los pájaros: ¡estaban tan ocupados jugando o comiendo su propia comida que se olvidaron de ayudar a su amigo necesitado!
En ese momento, Gallinita Roja se sintió muy frustrada: ¿por qué nadie ayudaba? Pero, de repente, se le ocurrió una idea: ¡quizá si todos trabajasen juntos como una comunidad, todos podrían beneficiarse!
Así que la Gallinita Roja puso en marcha este plan y empezó a gritar una vez más: «¿Me ayudáis a recoger trigo para que podamos hornear un delicioso pan fresco?». Esta vez todos los animales escucharon lo que decía y aceptaron reunirse para echar una mano. Rápidamente se pusieron a recoger suficiente trigo para hacer pan, ¡y se divirtieron mucho por el camino!
Por fin, cuando todo estaba listo, la Gallinita Roja les entregó con orgullo a todos los animales los panes recién horneados y calentitos hechos con su duro trabajo -que, por cierto, tenían un sabor absolutamente increíble-, demostrando que la responsabilidad más la cooperación equivalen al éxito.
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