Érase una vez una joven princesa llamada Josie. Siempre había sido la única hija de su familia y estaba acostumbrada a ser el centro de atención. Por eso, cuando se enteró de que sus padres iban a tener otro bebé, no le hizo mucha gracia.
Los padres de Josie hicieron todo lo posible para que se sintiera incluida en el proceso, pero nada parecía funcionar. Toda la situación ponía a Josie muy triste y celosa, hasta el punto de desear algún tipo de solución mágica, como convertir a este nuevo bebé en una babosa.
Una mañana, mientras Josie paseaba por el jardín, se tropezó con una anciana que le ofreció un consejo mágico: «Si quieres que tu nuevo hermano sea algo totalmente distinto», dijo la anciana, «¡sólo necesitas amor!». Sorprendida por esta sugerencia, Josie decidió intentarlo de todos modos.
Empezó por pasar más tiempo con él: jugando juntos o simplemente hablando de tonterías como los colores favoritos o los animales que más les gustaban. Para sorpresa de todos (¡incluida la de ella!), en poco tiempo Josie empezó a sentir algo diferente por su hermano pequeño: cada día que pasaba se convertía en un intruso menos en sus vidas y más en parte de la familia.
Aunque al principio no fue fácil para los dos, al final formaron un vínculo tan fuerte que sería imposible que nadie (ni nada) lo rompiera. De hecho, hoy en día son inseparables: no importa en qué tipo de problemas se meta una, la otra siempre está a su lado animándola. Por eso la princesa Josie sabe ahora mejor que nunca que a veces lo único que necesitas es amor… aunque tu hermano ya no sea del todo humano 😉
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