Manu mezcla arcilla y sol
Érase una vez en una pequeña aldea india, vivía Manu. Era un artista de corazón y le encantaba crear hermosas cerámicas. Manu había aprendido el oficio de su padre desde que era muy joven, pero no fue hasta hace poco que empezó a apreciar realmente el arte que suponía. Observaba con admiración cómo su padre moldeaba la arcilla en formas elegantes en el torno, como si estuviera viva en sus manos.
Pero un día, cuando Manu salió a trabajar con su padre, ocurrió algo mágico: ¡el sol! El sol brilló sobre ellos como nunca antes lo había hecho y, de repente, todo parecía más brillante y vibrante que nunca. Su padre sonrió con conocimiento de causa, sabiendo lo que esto podía significar para sus creaciones.
De vuelta a casa, recogieron algunas de las mejores arcillas del lugar y mezclaron algunos de esos preciosos rayos de sol que se convirtieron en rayos de luz dorados que brillaban a través de las ventanas de su estudio, añadiendo un brillo extra a cada pieza que hicieron juntos durante los días siguientes, ¡aunque a veces las cosas no salieran del todo bien! Pero por mucho que se esforzaran o por mucho que hubiera que volver a empezar, nada empañaba su entusiasmo ni su amor por el trabajo que hacían juntos…
Juntos, la familia de Manu creó hermosas piezas esmaltadas con colores de ricos verdes, azules y naranjas que parecían demasiado perfectos para las palabras. Vendían estas obras únicas por toda la India, donde la gente venía desde muy lejos sólo para ver qué creatividad salía de un lugar tan pequeño cada semana. Pronto todo el mundo conoció la pequeña tienda de la esquina de Manu, donde las familias podían encontrar arte hecho a mano por dos generaciones que trabajaban codo con codo, creando recuerdos a través de cada pieza elaborada con arcilla y sol…
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