Había una vez un mono sabio y un jabalí que vivían en el mismo bosque. Los dos eran muy buenos amigos y siempre se cuidaban mutuamente.
Un día, el jabalí se perdió en lo más profundo del bosque y no pudo encontrar el camino de vuelta a casa. Estaba tan asustado que empezó a gritar pidiendo ayuda. En ese momento, oyó que alguien le llamaba desde muy lejos: ¡era el mono sagaz!
El mono le había visto perderse y le siguió hasta que le encontró. El jabalí agradeció profusamente al mono que le hubiera salvado y emprendieron juntos el viaje de vuelta a casa.
En el camino de vuelta, se cruzaron con un anciano que quería probar lo sabios que eran ambos haciéndoles algunas preguntas sobre la vida. El jabalí no sabía ninguna de las respuestas, pero por suerte, ¡el mono sagaz sí! Respondió correctamente a cada una de ellas, lo que hizo que todos los presentes quedaran muy impresionados por su inteligencia.
El anciano les dijo que si alguien necesitaba ayuda alguna vez, sólo tenía que llamar a cualquiera de ellos y vendrían corriendo pase lo que pase. Con este conocimiento, ambos amigos se fueron por caminos distintos sintiéndose felices y contentos con lo que acababa de ocurrir entre ellos durante su aventura de volver a encontrarse en las buenas y en las malas.
A partir de entonces, cada vez que uno de ellos necesitara ayuda, sólo tendría que gritar en voz alta «Mono Sagaz» o «Jabalí» tres veces consecutivas, al menos una vez antes de la medianoche. ¡Y seguro que alguien estaría allí dispuesto a echar una mano de inmediato como por arte de magia!
Y así termina nuestra historia de hoy sobre la amistad entre dos animales insólitos: un Mono Sagaz
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