Había una vez un anciano que vivía solo en un pequeño pueblo. No tenía familia ni amigos, pero tenía un compañero: su fiel perro, llamado Lucky. El anciano y Lucky eran inseparables; iban juntos a todas partes y lo compartían todo.
Un día, el anciano llevó a Lucky de paseo al bosque cercano. Mientras caminaban, notaron algo extraño: ¡todos los árboles parecían marchitos y muertos, como si no hubiera llovido en meses! Aunque era primavera, no se veía ni una sola flor entre ellos.
El anciano se sintió tan triste al ver esto que se echó a llorar. Sus lágrimas cayeron al suelo cerca de donde estaba y, de repente, ocurrió algo milagroso: ¡de la nada empezaron a aparecer pequeños brotes en manchones a su alrededor! ¡Al momento siguiente, estos brotes se habían convertido en hermosas flores que llenaban el aire con su dulce aroma!
El anciano no podía creer lo que veía: ¿cómo podían sus lágrimas devolver la vida a estos árboles? Miró a Lucky, que estaba sentada a su lado moviendo la cola alegremente, como si supiera lo que acababa de ocurrir. Resultó que Lucky no era una perra cualquiera: ¡poseía poderes mágicos que le permitían llevar la felicidad allá donde fuera!
A partir de entonces, cada vez que alguien necesitaba ayuda o consuelo, el anciano llevaba a Suerte a pasear por el bosque y pronto todo el mundo descubrió que su suerte también había cambiado para bien. Gente de lugares lejanos se enteró de esta increíble historia de bondad traída por un anciano y su leal amigo canino, dando esperanza a los que antes perdían el valor…
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