Érase una vez una gallina llamada Daisy. Daisy tenía grandes sueños de volar algún día por el cielo como otros pájaros que veía todos los días. Pero por mucho que lo intentara, cada vez que saltaba desde el tejado de su granero, sus alas no podían llevarla al cielo y, en cambio, la hacían caer de nuevo a tierra firme.
Pero Daisy no iba a renunciar a su sueño tan fácilmente. Estaba decidida a aprender a volar y con esa determinación llegó la motivación y la pasión. Así que todas las mañanas, antes de que saliera el sol, mientras todas las demás gallinas seguían durmiendo en sus nidos del corral, se podía encontrar a Daisy practicando con ahínco el salto desde distintos objetos cercanos: cajas, balas de heno… ¡cualquier cosa que encontrara!
Y después de muchos días de práctica y perseverancia, ocurrió algo sorprendente: cuando una mañana Daisy saltó por fin desde un viejo barril cercano, esta vez, en lugar de volver a caer, sus alas la llevaron más alto que nunca. Se elevó en el aire con alegría por el corral hasta que volvió a bajar para un impresionante aterrizaje junto a un sorprendido gallo que cacareó asombrado por lo que había visto.
Desde entonces, cada vez que alguien pregunta cómo es posible que un pájaro tan pequeño como Daisy pueda volar tan alto sin ni siquiera batir las alas. La respuesta siempre es: «¡La práctica hace la perfección!»
Ahora Daisy sobrevuela cada día todo tipo de lugares en el campo, inspirando en el camino a niños de todo el mundo que sueñan con conseguir algo grande ellos mismos algún día.
Suceden cosas increíbles cuando persigues tus pasiones con determinación, ¡pregúntale a la asombrosa Daisy!
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