Había una vez una joven llamada Lilly. Siempre era muy organizada y estaba preparada para cualquier cosa que la vida le deparara. Una de las formas en que lo hacía era llevando siempre consigo una mochila «por si acaso». En ella guardaba todo tipo de artículos que nunca se sabe cuándo se pueden necesitar, como bocadillos adicionales, tiritas, pañuelos de papel e incluso algunas herramientas por si había que arreglar algo.
Pero un día, mientras estaba en el colegio, la mochila «por si acaso» de Lilly desapareció. Después de buscarla por todas partes, pero con las manos vacías, Lilly no sabía qué iba a hacer sin ella.
Pero como no quería perder la esperanza todavía, Lilly preguntó si alguien había visto su mochila o sabía dónde podía estar. Sus amigos se mostraron muy serviciales e hicieron todo lo posible por ayudar a encontrar la mochila desaparecida, ¡incluso empezaron a preguntar en otras aulas! Pero después de un largo día de búsqueda todavía no apareció nada…
Esa noche, mientras Lilly estaba en la cama pensando en qué otra cosa podía hacer mañana por la mañana, ¡se le ocurrió una idea! A la mañana siguiente, antes de que empezaran las clases, en lugar de seguir buscando su bolsa perdida, ¿por qué no comprar otra? Así tendría siempre algo a mano por si volvía a ocurrir algo inesperado.
Y eso es exactamente lo que hizo Lilly. Se compró otra mochila «por si acaso» y se aseguró de llenarla con las mismas provisiones y algunas más… así que ahora, dondequiera que vaya, llueva o haga sol, Lilly siempre estará preparada gracias a su nueva mochila «por si acaso».
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