Había una vez una joven llamada Emma que tenía un gran sueño: ¡quería llegar hasta la luna! Trabajaba mucho y soñaba aún más.
Un día, mientras rebuscaba en los cajones de su habitación, Emma encontró una vieja caja de cartón con algunos de sus objetos más preciados. Pero debajo de todos ellos había algo especial: era un viejo cuaderno lleno de dibujos que representaban su sueño de ir a la luna.
Emma sabía que eso era exactamente lo que necesitaba para empezar a hacer realidad su sueño. Sacó cada página del cuaderno y la colocó cuidadosamente delante de ella para poder empezar a planificar cómo lo haría realidad.
Después de pasar meses investigando y estudiando la astronomía, la ciencia de los cohetes y los viajes espaciales, Emma finalmente reunió todo para su misión: Una nave espacial hecha con materiales reciclados (¡incluso piezas de bicicletas viejas!), depósitos de combustible llenos de agua y provisiones de alimentos. Por fin, tras muchos días de duro trabajo, ¡estaba lista!
En un brillante y soleado día de agosto, Emma se lanzó al espacio en dirección a la Luna. Después de dos semanas en el espacio, llenas de emoción y aventura, así como de momentos en los que dudaba si llegaría a su destino o no… ¡lo hizo! Aquel fatídico día en el que Emma alcanzó la órbita lunar alrededor de nuestra querida Luna, se le saltaron las lágrimas de alegría al darse cuenta de que todo es posible cuando se tiene pasión por los sueños, por muy lejanos que parezcan al principio.
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