Érase una vez, en lo más profundo de una despensa, un héroe insólito. Se llamaba Jam Jar y lo único que quería era ser como su viejo amigo Peanut Butter. Le encantaba lo cremosa y suave que quedaba la Mantequilla de Cacahuete en las tostadas y los sándwiches, pero Jam Jar no entendía por qué él no era tan popular o sabroso como su amigo.
Un día, después de sentirse especialmente mal consigo mismo, Jam Jar decidió que era hora de hacer un examen de conciencia. Así que saltó de la estantería y empezó a buscar respuestas entre todos los demás tarros de la despensa. Después de conocer varios frascos diferentes (como el de mostaza con miel y el de jalea de manzana), Tarro de Mermelada seguía sin encontrar claridad sobre quién era realmente o qué le hacía especial.
Justo cuando las cosas parecían no tener remedio, otro tarro le llamó la atención; uno con la etiqueta «Conservas de fresa». Parecía tan alegre con su color rojo brillante que puso una sonrisa en la cara de Jam Jars. Mientras hablaban juntos durante más tiempo, Mermelada de Fresa le explicó que cada uno de los frascos tenía algo especial que ofrecer, independientemente de su forma o consistencia, ¡incluso si no eran como los demás! Fue entonces cuando se dio cuenta de que ser diferente a la Mantequilla de Cacahuete no le hacía menos valioso, sino que significaba que había formas únicas en las que sólo él podía satisfacer las papilas gustativas de alguien.
Jam Jar sonrió de oreja a oreja sabiendo ahora que, aunque las cosas no siempre salgan exactamente como las habías imaginado, ¡seguir siendo fiel a ti mismo siempre dará sus frutos al final! Al mismo tiempo, un sentimiento feliz de confianza en sí mismo recorrió su cuerpo mientras la mermelada rezumaba por cada grieta de su tarro, ¡devolviendo la alegría a su vida!
A partir de entonces, cada vez que alguien le preguntaba «¿Qué te hace tan delicioso?», el dulce tarrito de mermelada no dudaba en responder con orgullo «¡Sólo soy yo mismo!»
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