Había una vez una niña llamada Aria que tuvo el peor día de su vida. Su hermano pequeño derramó su zumo de naranja por todo su vestido favorito y lo estropeó. Luego se olvidó de hacer los deberes de matemáticas, por lo que se metió en problemas con su profesor en el colegio.
La gota que colmó el vaso fue cuando la madre de Aria le dijo que no podía salir con sus amigos por todos los problemas que había causado antes. Se sentía completamente frustrada y agotada por todo lo que había pasado; parecía que nada mejoraría este día.
Aquella noche, después de la cena, Aria subió a darse un baño para despejarse antes de acostarse. En cuanto se metió en el agua caliente, empezó a ocurrir algo extraño: Aria podía sentir esos pensamientos pegajosos que se arrastraban por su mente como arañas en las telas de araña. Todos eran negativos -desde preocuparse por lo que los demás pensaban de ella hasta enfadarse consigo misma por haber metido la pata una vez más-, pero seguían apareciendo por mucho que intentara alejarlos.
Aria no sabía qué hacer hasta que, de repente, se le ocurrió una idea: ¿por qué no practicar la atención plena? Ya había oído hablar de la atención plena, pero nunca supo realmente cómo funcionaba hasta ahora. Así que, en lugar de apartar esos molestos pensamientos, Aria decidió quedarse quieta en la bañera y observarlos sin juzgarlos ni criticarlos, dejándolos estar y aceptando los sentimientos que traían consigo sin resistirse ni negarlos.
Después de pasar un tiempo haciendo este ejercicio cada día durante varias semanas, empezó a ocurrir algo sorprendente: esos pensamientos pegajosos se hicieron gradualmente menos frecuentes hasta que finalmente dejaron de molestar a Aria por completo. En lugar de sentirse abrumada por la negatividad todo el tiempo, Aria aprendió a reconocer los patrones de pensamiento negativos y a cambiar suavemente hacia otros más positivos siempre que fuera necesario, permitiéndose disfrutar de la vida a pesar de sus altibajos. Al aprender a cambiar tus pensamientos, puedes tener realmente poder sobre tu propia felicidad, incluso en los días en los que nada parece ir bien…
Deja una respuesta