Había una vez un conejito llamado Squiff. Tenía un mejor amigo, que se llamaba Peludo. Siempre estaban juntos y les encantaba jugar en el prado cercano a sus casas.
Un día, Fuzzy invitó a Squiff a su fiesta de cumpleaños. A Squiff le hizo mucha ilusión y no podía esperar a que llegara el día. Se pasó toda la semana preparándola haciendo tarjetas y decoraciones.
La mañana del gran día, Squiff se levantó temprano y empezó a prepararse para la fiesta. Cuando terminó de vestirse, fue de un salto a casa de Peludo con su regalo: ¡una vieja bota!
Cuando todos vieron el regalo que había traído Squiff, ¡se echaron a reír! Pero luego se dieron cuenta de que en su interior había un montón de golosinas que Fuzzy podía compartir con todos sus amigos de la fiesta: ¡palomitas de caramelo, gominolas, piruletas e incluso algunos chocolates!
Fuzzy agradeció de todo corazón a Squiff su increíble regalo de cumpleaños sorpresa. Todo el mundo disfrutó comiendo deliciosos dulces durante la divertida celebración, hasta que por fin llegó la hora de la despedida. ¡Y así terminó una fabulosa sorpresa de cumpleaños gracias a nuestro pequeño amigo Squiff!
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