Ollie tiene miedo
Ollie era un niño valiente y seguro de sí mismo, pero últimamente tenía miedo de ir al colegio. Esto se debía a que dos de sus compañeros, que eran mucho más grandes que él, habían empezado a meterse con él durante el recreo. Cada vez que veían a Ollie se reían de él y se burlaban de su aspecto.
Un día, la madre de Ollie se dio cuenta de que no desayunaba y le preguntó qué le pasaba. Después de convencerla, Ollie acabó contándole lo de los matones del colegio. Su madre fue muy comprensiva y dijo que hablaría con el director y el profesor de inmediato.
A la mañana siguiente, cuando llegó la hora de ir al colegio, Ollie tuvo ganas de salir corriendo en lugar de entrar. Pero antes de que pudiera hacer nada, su madre le recordó que ya se había ocupado de las cosas: Había hablado con el director y el profesor para que conocieran la situación de aquellos dos chicos y estuvieran preparados para manejarla adecuadamente si fuera necesario.
Al principio, esto hizo que Ollie se sintiera un poco más relajado; después de todo, ¿cómo podía cambiar algo una conversación? ¿De qué iba a servir hablar contra alguien que le doblaba en tamaño? Pero entonces, al entrar en clase, ocurrió algo extraño: esos dos chicos no parecían interesados en intimidar a nadie hoy; ¡de hecho, parecían casi amistosos! Resulta que, al hablar con ellos antes, su madre había conseguido que entendieran cómo sus acciones afectaban a los demás, ¡y por eso ninguno de los dos quería tener problemas ahora!
El resto del día también le fue bien a Ollie; se llevaba muy bien con todos los demás en la clase, sin miedo ni preocupación, ¡algo que le llenaba de alegría! Al final, incluso esos dos chicos acabaron haciéndose buenos amigos entre sí a la hora de comer… y aunque hizo falta mucho valor -gracias a que hubo un diálogo abierto entre todos los implicados- ¡todo salió bien al final!
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