Érase una vez tres mejores amigos, Ratita la rata de agua, Tejón y Sapo. Los tres eran inseparables desde que eran pequeños, y jugaban juntos en los prados cercanos al río donde vivía Ratita.
Un día, Sapo se encontró con un viejo coche del que se enamoró al instante. Decidió llevarlo a dar una vuelta por el campo y pronto se obsesionó con conducir coches rápidos por toda la ciudad, ¡para consternación de sus dos amigos!
La nueva pasión de Sapo se le estaba yendo de las manos; se quedaba despierto hasta altas horas de la noche retocando los motores y dando paseos por la ciudad. Sus dos mejores amigos sabían que había que hacer algo antes de que las cosas empeoraran, pero ¿cómo? Pensaron largo y tendido sobre lo que podían hacer hasta que finalmente se les ocurrió un plan: si no podían deshacerse de la obsesión de Sapo, ¿por qué no convertirla en algo más positivo?
Así que Ratita y Tejón se pusieron a crear un jardín para Sapo en su cercana casa, con senderos sinuosos perfectos para los coches de carreras, así como un montón de árboles frutales, parterres y huertos. Sin embargo, este jardín conlleva una responsabilidad: cada vez que quería correr con su coche o trabajar en su motor, tenía que ocuparse primero de una parte del jardín, con lo que aprendió a ser humilde.
Muy pronto, Sapo empezó a pasar menos tiempo obsesionado con los coches y más tiempo cuidando de su nuevo y querido jardín, lo que también le proporcionó una gran alegría al saber que, aunque le seguían apasionando los vehículos rápidos, esta nueva afición le mantenía con los pies en la tierra cuando se trataba de usarlos de forma responsable. Mientras tanto, Ratty
Deja una respuesta