Había una vez una tierra que pertenecía a todos. Este lugar mágico y especial tenía colinas y valles, ríos y arroyos por todas partes. Estaba lleno de animales de diferentes formas y tamaños: desde zorros hasta ciervos, ardillas y pájaros.
Un día, dos niños llamados Lucy y Jack estaban paseando por esta tierra cuando oyeron música procedente del bosque cercano. Siguieron el sonido hasta que llegaron a un pequeño claro donde un anciano con una larga túnica estaba tocando su guitarra y cantando sobre la belleza de esta tierra.
Los niños quedaron hipnotizados por su canción y le preguntaron qué significaba. Les dijo: «Esta tierra es vuestra tierra», ¡pertenece a todos los que la aman! Lucy y Jack sonrieron al darse cuenta de la suerte que tenían de poder explorar juntos un lugar tan increíble.
Dieron las gracias al anciano por haberles enseñado este lugar tan especial antes de continuar su viaje por el valle de abajo, lleno de altas hierbas que se agitaban con el viento como un mar de monedas de oro que brillaban bajo los rayos del sol. A medida que sus pies tocaban cada brizna de hierba, las flores crecían en abundancia a su alrededor, ¡creando un rastro por donde pasaban!
A medida que se acercaba la noche, Lucy vio estrellas centelleantes por encima de su cabeza que se extendían hasta el infinito. Imaginó que había una estrella por cada persona que vivía felizmente en este hermoso mundo: no importaba dónde llamaras a tu casa o qué idioma hablaras: ¡todos estamos conectados por el amor bajo estas mismas estrellas de la noche!
Jack se dio cuenta entonces de algo aún más increíble: ¡las luciérnagas iluminaban los rincones oscuros a lo largo de su camino de vuelta a casa! El suave resplandor le recordó que, por muy lejos que se pierda durante las aventuras de la vida, siempre encontrará el camino de vuelta sano y salvo si sigue estas lucecitas que guían su camino hacia adelante, ¡como pequeños faros de esperanza que guían a la humanidad hacia días más brillantes!
Cuando la mañana llegó de nuevo, después de pasar largas horas bajo aquellas estrellas parpadeantes viendo volar cometas fugaces por los cielos del espacio profundo- Lucy
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