Había una vez una dulce gatita llamada Miss Moppet. Siempre estaba llena de energía y le encantaba jugar con sus amigos. Un día, decidió pasearse por la casa en busca de algo divertido que hacer.
Fue entonces cuando se fijó en el ratón que había estado correteando por las paredes de la casa. Curiosa como siempre, lo siguió hasta que se detuvo frente a ella y la miró con sus ojos brillantes.
La señorita Moppet no pudo evitar soltar una risita; ¡esta pequeña criatura parecía tan traviesa! Pero, además, los gatos siempre han encontrado en los ratones unos compañeros divertidos, ¡por muy traviesos que sean! Así que la señorita Moppet empezó a perseguirlo, decidida a atrapar a esta pequeña criatura y convertirla en su amiga para siempre.
El ratón se escabulló de la señorita Moppet tan rápido como sus pequeñas patas podían llevarle, ¡a una habitación tras otra! Parecía que nunca se cansaría ni renunciaría a intentar escapar de la juguetona gatita, que le seguía de cerca a cada paso.
La Srta. Moppet se divertía cada vez más hasta que, finalmente, consiguió acorralarlo en una habitación donde se quedó quieto mientras temblaba de miedo, ¡demasiado asustado para alejarse un centímetro de su perseguidor!
Al ver este bonito espectáculo ante sus ojos, el corazón de la Srta. Moppet se llenó de amor y empatía hacia este pobre ratón, que había sido tan valiente a pesar de estar muerto de miedo. La Srta. Moppet, tierna por naturaleza, lo dejó libre sin dañar ni un solo bigote de su cuerpo… ¡y se aseguró de que volviera sano y salvo a su acogedor escondite dentro de las paredes de su casa!
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