Había una vez una niña llamada Goody Two Shoes. Vivía en un pequeño pueblo con su madre y su padre. Goody era muy especial porque siempre llevaba dos zapatos, ¡independientemente del tiempo que hiciera!
Goody tenía muchos amigos a los que les encantaba jugar al escondite con ella. Corrían y se escondían detrás de los árboles o los arbustos, ¡y luego salían saltando cuando los encontraban! ¡Era muy divertido!
Un día, Goody fue a visitar a unos familiares que vivían lejos del pueblo. Cuando llegó a su casa, se dio cuenta de que todos llevaban un solo zapato en cada pie, a diferencia de los dos zapatos que llevaba ella, que la hacían destacar entre la multitud.
Goody preguntó por qué todos los demás tenían un solo zapato y ella llevaba dos. Su tía le contestó: «Cuando tus padres se casaron no tenían suficiente dinero para que los dos tuvierais un par de zapatos». Así que los padres de Goody decidieron que, aunque no era justo que las dos se quedaran sin zapatos por completo, podían compartir un par entre ellas dándoles la mitad a cada una, ¡de ahí que Goody lleve siempre dos zapatos!
Toda la familia pensó que esta historia era hermosa e inspiradora; demostraba el gran amor que se tenían los padres de Goody. A partir de ese día, la gente empezó a llamarla «Goody Dos Zapatos», ya que se convirtió en un emblema que representaba el verdadero amor y el sacrificio en las familias de todo el país.
Todo el mundo admiraba lo diferente y a la vez sabia que era la joven de buena edad que llevaba dos pares de zapatos todos los días, igual que mamá
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