Había una vez un niño llamado Timmy. Tenía el mejor amigo del mundo, su perro Pepe.
Timmy y Pepe siempre estaban juntos. Les encantaba jugar al escondite y al pilla-pilla. Un día, decidieron probar algo diferente: ¡enseñar al otro dónde estaban todas las partes de su cuerpo!
Primero, Timmy enseñó a Pepe a señalar su nariz con la pata. Luego le tocó a Pepe: ¡señaló la cabeza de Timmy con una oreja! Todos se rieron al verlos aprender juntos.
¡Cuando llegó la hora de comer, Timmy y Pepe enseñaron a todos los demás a encontrar sus orejas y su nariz también! Fue tan divertido que todos los niños querían aprender de ellos más cosas sobre su cuerpo. Cuando terminó la hora de comer, todos dieron las gracias a Timmy y Pepe por ayudarles a ser aún mejores amigos, porque la comunicación es la clave de la amistad.
Luego volvieron a salir a jugar al pilla-pilla mientras cantaban canciones sobre la amistad, como «Eres mi amigo especial». Ese juego se convirtió rápidamente en uno de sus favoritos, porque cada vez que corrían jugando al pilla-pilla, se sentía como una celebración de su vínculo como mejores amigos para siempre.
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