Érase una vez, en una tierra lejana, un hada. Se llamaba Lily y todos los que la conocían la querían. Tenía el corazón más bondadoso y siempre se aseguraba de tratar a todos los que conocía con amabilidad y respeto.
Un día, Lily se perdió de camino a casa tras visitar a unos amigos. A medida que se acercaba la noche, empezó a asustarse, pues cada vez estaba más oscuro a su alrededor. De repente, salió de la nada una anciana con una cálida sonrisa en la cara. La anciana le preguntó a Lily si necesitaba ayuda para volver a casa sana y salva antes de que la noche cayera por completo sobre la tierra.
Lily aceptó agradecida el ofrecimiento de ayuda de la anciana y la siguió a través de sinuosos caminos hasta que llegaron a la casa de Lily justo a tiempo para cenar. Sin embargo, antes de marcharse, la anciana le dijo a Lily unas sabias palabras: «Sé siempre amable con los que conozcas, por muy diferentes que parezcan; nunca sabes cuándo podrías necesitar su ayuda algún día».
Desde aquel fatídico día, cada vez que alguien nuevo se cruzaba con Lirio -ya fuera un humano o un animal- lo saludaba amablemente mientras recordaba lo que la anciana decía sobre ser generoso con los demás aunque parecieran extraños o diferentes a ella. A su vez, la gente empezó a hablar de esta hada tan especial que mostraba tanta compasión hacia todo el mundo, independientemente de su origen o naturaleza; ¡y pronto más hadas empezaron a seguir su ejemplo!
La moraleja de esta historia es que siempre debemos esforzarnos por tratar a los demás con amabilidad, porque nunca sabemos si nuestro vecino se convertirá en nuestro salvador algún día. Recuerda: no importa a dónde nos lleve la vida ni a quién conozcamos en nuestro camino: muéstrales respeto por los demás para que podamos construir comunidades fuertes basadas en el pensamiento independiente y la comprensión mutua.
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